Descripción
El estado de Guerrero tiene una extensión de 63.794 km2. En su geografía, con una abrupta orografía que ha sido esgrimida como uno de los principales obstáculos para su desarrollo económico, hay una diversidad de ecosistemas y climas —desde la tórrida Tierra Caliente y el Alto Balsas, hasta los ámbitos fríos y templados en la Sierra Madre del Sur— que han configurado el espacio de un desarrollo cultural específico. Al momento de la conquista española, el territorio guerrerense no conformaba una unidad cultural o lingüística, pero sí era reconocido como las tierras el sur, el couixcapan (el lugar de los couixa, un grupo de habla náhuatl) aunque en él habitase un amplio espectro de grupos etnolingüísticos, de los cuales actualmente sólo quedan algunos. Hacia el Oriente, se limitaba con las provincias mixtecas; hacia el Occidente con tierras dominadas por el grupo tarasco; y, hacia el Norte, con la barrera geológica natural que lo hacía colindar con lo que hoy es el estado de Morelos. En este antiguo espacio de variadas influencias y culturales locales fue encontrada la cerámica más antigua del área mesoamericana, la llamada Pox pottery, fechada en el año 2300 a.C. Esto nos hace deducir una temprana ocupación de tierras surianas, con lo que ello presupone. A esta primigenia referencia cabe añadir la presencia de una enigmática tradición olmeca que, paulatinamente, nos depara nuevos conocimientos en cuanto a su profundidad histórica y extensión territorial. En este mosaico prehispánico se desarrollaron culturas locales que, con influencias de otros centros de desarrollo cultural, produjeron una diversidad y un desenvolvimiento patentes en logros culturales como el Códice Azoyú 1, en el cual se relatan 265 años de historia del señorío de Tlapa-Tlachinollan. La producción metalúrgica, la existencia de redes de intercambio —por donde transitaron su lapidaria, sus textiles, sus metales preciosos, sus deidades y que vincularon a la región con el altiplano y el área mesoamericana en general—, la temprana presencia de la bóveda falsa antes atribuida a los grupos mayances y la existencia de un señorío —el yope— que no fue subyugado por lo mexica, configuran algunos de los grandes temas que requieren de mayor profundidad en la investigación para develarnos ese devenir que ahora se reconoce como diferente de la tradición cultural de Occidente en la cual —hasta mediados del siglo pasado— se ubicaba ese ámbito suriano, A partir de un proceso histórico, los grupos indígenas de Guerrero han conformado un conglomerado étnico-cultural que apenas empieza a ser conocido en su diversidad y complejidad. Los pueblos nahuas de la región norte son producto de flujos migratorios desde la clásica ruta de peregrinación que condujo a México-Tenochtitlán, con una derivación hacia el centro y norte de Guerrero; mientras que los del Alto Balsas se constituyeron a partir de procesos migratorios desde el sur del Altiplano, en el siglo XIV, al igual que sus congéneres de La Montaña. Los na savi provienen de la Mixteca clásica, en Oaxaca, donde fundaron pequeños señoríos como Alcozauca, Cochoapa, Cahuatache, Ocoapa. Y de los me’phaa (tlapanecos) se conoce una referencia mítica que los explica como resultado de una migración desde la región de Puebla/Tlaxcala. Sea lo que fuere, este grupo es reconocido como una de las etnias más antiguas en lo que hoy se conoce como Mixteca nahua tlapaneca, la principal región interétnica del estado. Y, ya en la época colonial, se conformó en la Costa Chica una población afromestiza que, vinculada a tlapanecos y amuzgos de la Costa-Montaña, se presenta como el principal grupo étnico no indígena en la entidad sureña.